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Tras la premiación que reconoce la trayectoria de Bernardo donoso.,el ex presidente de ANATEL realizó un discurso donde agradece la distinción y repasa su carrera en los medios de comunicación.

“Mi primer deber, grato naturalmente, es agradecer con emoción el Premio ANATEL, que el Presidente, don Ernesto Corona, me ha entregado hoy en nombre de la Asociación. Se, que, en la ya larga trayectoria nacional de la organización, se ha otorgado en contadas ocasiones, siendo esta la séptima vez en hacerlo. Se también que tienen la bondad de sumar mi nombre al de figuras que han hecho historia en el oficio y en la conducción gremial de la industria. Más aún, vienen a esta casa que es mi Universidad y a Valparaíso, puerto principal de alturas poéticas, cuyas luces los navegantes admiran en las noches cuando se acercan a la costa. Ante todas estas delicadezas, agradezco con humildad profunda. Humildad que se alcanza mejor en la travesía de una vida larga, cuando se aprecian las propias debilidades y limitaciones y se aquilatan las propias posibilidades y donaciones personales que se pueden desplegar.

Y a todos ustedes, los presentes y aquellos que les fue imposible estar acá, gracias por acompañarme en un momento significativo de mi vida. Muy especialmente a mi familia, soporte de la existencia, con los dolores y gozos que la vida depara, que fundan la esperanza y el horizonte en el caminar. Sí, cada uno de ustedes, de forma institucional o de forma profundamente personal, en el trabajo y en el afecto, son los que han hecho posible este minuto. Nada es uno sin los otros, no hay sueño que se pueda lograr, no hay acción que se pueda emprender, sin la compañía de los leales para construir la obra común. Les invito a que cada uno piense secretamente que su estar aquí ahora tiene un significado y es un símbolo de la humanidad reunida. No daré nombre alguno, pero podría hacer a cada rostro presente y ausente una alabanza, por los trayectos compartidos, de distinto tiempo, breves o tan extensos que podríamos acercarnos a los cinco decenios. Y necesariamente a los que han partido y son parte de nuestras historias y constructores de la televisión chilena.

En esta Casa a metros de esta Sala, una tarde de octubre de 1957, hace 60 años, se hizo la primera transmisión de la televisión chilena. Honor a los jóvenes ingenieros, al espíritu innovador, a la audacia, al emprendimiento. Eran tiempos en que esa juventud desplegaba su ingenio y con sus manos daban forma a la industria futura, como lo hacen hoy por su país las nuevas generaciones. En el seno de esta Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, en la Pontificia Universidad Católica de Chile y en la Universidad de Chile la semilla estaba sembrada. Universidades todas de vocación pública, ya sean estatal o privadas, nacidas desde el corazón de la identidad chilena. Pioneras.

Mi primera experiencia profesional una semana después de titularme, junto a dos amigos, fue en UCV Televisión. Dos años después tomé la opción académica por esta Casa. Pero como pueden ver, en aquellos tiempos, quien tenía un instante de relación con la televisión, no rompía nunca ese lazo. Y hoy estamos aquí. De los artesanos a la profunda profesionalización ha sido el camino desde 1957. Varios de los que están aquí lo saben.

Fui honrado en dos ocasiones al presidir ANATEL por decisión de su directorio. La primera vez, con una era digital que se anunciaba; la segunda en pleno debate tecnológico, de normas, legislativo, entre otros. Aprendí muchas cosas en esos dos tiempos. Una de las lecciones es que lo que parece distante llega antes: hablar hoy de televisión observada en un teléfono portátil, parece pasado. Sin embargo, ayer era un anuncio de los ingenieros. Esto es una manifestación de la revolución tecnológica (inteligencia artificial en camino) que caracteriza la vida contemporánea. Una segunda lección, que tiene validez para otras industrias y para la forma como la sociedad norma su futuro, se refiere al desajuste que se produce entre pretender legislar para el futuro anclado en el presente o mirando el pasado o parcialmente los contextos. Una tercera experiencia es el arte de dirigir un directorio de actores que son fuertes competidores entre sí, pero que valoran el encuentro en defensa de asuntos que son vitales como la libertad editorial o que tratan de demostrar, desde el dominio de sus competencias y desde su ángulo, lo que son mejores soluciones para el país en su conjunto, en lo que dice relación con la televisión y los chilenos.

 

En estos años, la revolución cultural, correlacionada con lo tecnológico (redes sociales), que implica existir en una era de alta complejidad (turbulenta, disruptiva, dirán algunos) marcada por radicales cambios en las conductas de consumo de medios, ha obligado a modificar los modelos de negocio, como también a experimentar cambios en la propiedad y en las alianzas. Simplemente, los conceptos: adaptación, flexibilidad, globalización, tsunami digital se han hecho dominantes. De ello fluye la relevancia de los contenidos como variable clave y el desafío frente a un futuro que es presente.

 

Tuve la oportunidad de ser presidente del CNTV entre 2000 y 2001. Ella me regaló la mirada del regulador, la perspectiva del órgano que tiene el encargo legal referido al funcionamiento de la televisión. Aprendí que el diálogo de las perspectivas diversas es siempre posible porque se funda en el respeto entre pares. Hoy, tantos años después, tengo el agrado de ser parte del Consejo de Ética de la Federación de Medios de Comunicación, que es otra escuela de aprendizaje y de sensibilización acerca de la responsabilidad de los medios.

Como podemos ver, la vida me ha regalado miradas diversas y complementarias: la del observador que ve televisión nacional e internacional, la del regulador, la del dirigente gremial, la de miembro del consejo que emite juicios éticos, la de la academia, la del que está en la pantalla para entregar un contenido, la del que usa diversas plataformas. Un polígono de siete lados.

Dentro de este polígono deseo honorablemente destacar el papel de la televisión chilena, más allá del legítimo juicio al que está sometida cada segundo, por cada persona y por los expertos. Claro que esta descripción incompleta contiene necesariamente los errores y debilidades de una obra humana que se expone completamente ante sus audiencias. Hoy quiero destacarla como aquella que nos acompaña, que nos informa, que nos entretiene, que también nos educa, que nos entrega elementos constructores de identidad, que nos hace penetrar en la cultura o nuestro modo de ser. No es posible decir esto sin mencionar su misión histórica en unir al país ante la tragedia; lo que me permite preguntarme si ella no será parte explicativa de la Resiliencia como un atributo con que algunos describen a Chile. ¿O pensar en el significado que tiene la Teletón para nuestra sociedad y que sólo es posible con la participación de la televisión que hace suya esta obra? O las cargas que la ley pone a este medio ­para apoyar los procesos electorales, lo que implica que la televisión hace de sus propios hombros un sostén de la democracia.

Finalmente, debo valorar la confianza que se depositó en mí como moderador de los cuatro debates presidenciales transmitidos en red de ANATEL en los años 1993, 1999, 2009 y 2013. Pude apreciar el notable esfuerzo de producción de los canales en estos importantes momentos de la vida democrática. Creo haber eficazmente acompañado a los periodistas de los canales contribuyendo al cumplimiento de los protocolos para hacer que el espíritu republicano marcara esos hitos.

Reitero una vez más mi aprecio a cada uno de ustedes, en particular a quienes representan a ANATEL, el agradecimiento a mi familia por la paciencia y el apoyo gratuito, mi amor a esta Universidad. Y les invito siempre a ser custodios de la libertad de expresión, valor en que siempre tenemos que poner nuestra mirada para que Chile sea apreciado por el mundo por ese rasgo que distingue la civilización.”

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